Cada caso de cáncer cervical es más que una estadística; es una historia que podemos cambiar con prevención y tamizaje oportuno.
Cuando hablamos de cáncer cervical (CaCu), las estadísticas de incidencia y mortalidad suelen ocupar el centro del debate. Pero detrás de cada número hay una vida, una familia y una historia con un profundo costo humano y emocional que a menudo queda en segundo plano. Pensemos por un momento no solo en la paciente, sino en su entorno:
El Costo Financiero:
El diagnóstico de un cáncer cervical no es sólo una noticia clínica: es un impacto económico para la paciente, su familia y el sistema. En México, los estudios indican que el costo por paciente con una neoplasia asociada a la infección por VPH supera los 1.1 millones de pesos mexicanos a lo largo de su vida1. Un análisis reciente realizado en un hospital oncológico de tercer nivel del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Ciudad de México encontró que el costo médico promedio para la atención de cáncer cervical fue de aproximadamente 100 mil MXN por paciente en un periodo de seguimiento de ~7.6 meses2.
Cuando la paciente es una madre o el principal sostén del hogar, el impacto se multiplica:
- La pérdida de ingresos por incapacidad, hospitalización o tratamiento prolongado.
- El riesgo de que la vulnerabilidad económica familiar se convierta en crisis.
- La vulnerabilidad de los hijos dependientes ante un cambio abrupto en la dinámica del hogar.
El mensaje es claro: cada peso destinado a la prevención y el tamizaje representa una inversión mucho más valiosa que los recursos destinados al tratamiento de un cáncer cervical avanzado.
El costo humano y emocional
Más allá del impacto económico, debemos reconocer que cada paciente es una mujer que sostiene vínculos, familias y comunidades enteras con su trabajo cotidiano.
Recibir un diagnóstico de cáncer cervical no solo implica enfrentar una enfermedad; también significa confrontar el miedo, la ansiedad y la sensación de vulnerabilidad que surgen cuando se ve amenazada la identidad femenina, íntimamente ligada a la sexualidad, la fertilidad y la maternidad. Muchas mujeres viven un cambio drástico en su vida cotidiana: pasan de ser activas y proveedoras a pacientes sujetas a tratamientos prolongados, con el consecuente aislamiento, fatiga y pérdida de autonomía.
Cuando además la mujer es el sostén del hogar, el impacto trasciende lo individual y se convierte en una cuestión social: su ausencia productiva puede significar menos apoyo para los hijos, menos recursos para la familia y menor estabilidad emocional y económica. Esta realidad se vincula con lo que algunos llaman la “economía del cuidado”, esa labor no remunerada y esencial que tantas mujeres realizan y que se ve interrumpida cuando la enfermedad irrumpe3.
Desde una perspectiva de salud pública y de equidad de género, esto es relevante: la carga de esta enfermedad recae desproporcionadamente en mujeres que, además de enfermar, enfrentan roles múltiples en el hogar y en la comunidad.
Frente a este escenario, nuestra labor clínica se revela como el factor determinante. La brecha entre un diagnóstico preventivo y uno tardío representa la oportunidad crucial de intervenir con éxito, transformando un pronóstico potencialmente severo en un manejo efectivo y una vida preservada4.
La Prevención es Nuestra Herramienta Más Poderosa. Y la Tecnología, Nuestra Mejor Aliada.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que la eliminación del cáncer cervical debe apoyarse en tres pilares: vacunación, tamizaje y tratamiento5.
Romper esta cadena no depende únicamente del tratamiento, sino en un tamizaje primario de VPH preciso, informativo y accionable. La prevención y el tamizaje no son un lujo, son una necesidad clínica, económica y humana.
Es importante mencionar que un resultado positivo a VPH no equivale a un diagnóstico de cáncer cervical. La fuerza oncogénica varía según el genotipo, y solo unos pocos concentran la mayor parte del riesgo de progresión. Conocer la fuerza oncogénica, como se muestra en la Figura 1, específica de cada tipo viral y su fracción atribuible (FA) al cáncer cervical es fundamental para diseñar estrategias de tamizaje más eficientes y personalizadas. Este enfoque permite priorizar el seguimiento de las pacientes con mayor riesgo y optimizar el uso de recursos clínicos6.
Figura 1. Contribución de los principales genotipos de VPH al riesgo de cáncer cervical, datos globales. (Fracción Atribuible en porcentaje individual).
Aquí es donde la tecnología de diagnóstico de Seegene adquiere protagonismo. Como bien sabemos, no todas las pruebas de VPH son iguales. La genotipificación individualizada y la estimación de la carga viral son datos cruciales que transforman el manejo clínico. Permiten estratificar el riesgo real de cada paciente, decidir con confianza entre un seguimiento o una derivación inmediata, y evitar tanto la ansiedad de un falso positivo como la falsa seguridad de un resultado limitado.
En este sentido, es fundamental destacar que la prueba de tamizaje de Seegene es única en el mercado al ofrecer un perfil de tamizaje completo en un solo ensayo de PCR en tiempo real (RT-PCR):
- Identifica individualmente los 12 genotipos de alto riesgo de VPH clasificados por la OMS/IARC.
- Proporciona un valor semicuantitativo (Ct) que aporta una estimación de la carga viral: un indicador relevante de persistencia e incremento de riesgo.
Esta doble dimensión (genotipo + carga viral) coloca al tamizaje en un escalón superior de precisión clínica: permite clasificar riesgos, optimizar intervenciones, diferenciar entre persistencia y nueva infección, y evitar tratamientos excesivos o innecesarios.
Esta información completa nos permite ejercer una medicina de precisión, enfocando nuestros recursos en las pacientes que más lo necesitan y ofreciendo un manejo basado en evidencia sólida.
Un Llamado a la Acción: Promovamos un Tamizaje que Realmente Marque la Diferencia
«La meta de la OMS de eliminar el CaCu como problema de salud pública es alcanzable. Lograrlo depende de que convirtamos la prevención en una acción concreta, implementando estrategias de tamizaje de alta precisión que optimicen el seguimiento clínico y dirijan los recursos de manera más inteligente y efectiva.»
Recuerda: el costo humano no solo se mide en pesos, sino en horas de vida, calidad de vida, estabilidad emocional, bienestar familiar. El impacto social del cáncer cervical es grande, y tenemos la tecnología para reducirlo.
Bibliografía:
(1) Asc academics. (s/f). Asc Academics | Market Access and Health Economics Consultancy. Recuperado el 4 de noviembre de 2025.
(2) Granados-García, V., Piña-Sánchez, P., Reynoso-Noveron, N., Flores, Y. N., Toledano-Toledano, F., Estrada-Gómez, G., Apresa-García, T., & Briseño, A. A. (2019). Medical cost to treat cervical cancer patients at a social security third level oncology hospital in Mexico City. Asian Pacific Journal of Cancer Prevention: APJCP, 20(5), 1547–1554. https://doi.org/10.31557/APJCP.2019.20.5.1547
(3) Almeida, M., & Lobo, A. (2021). Psychological impact of cervical cancer on women: A systematic review. Psycho‐Oncology, 30(3), 384–395
(4) ONU Mujeres. (2020). La economía del cuidado en América Latina y el Caribe: una apuesta por la igualdad. Ciudad de Panamá: ONU Mujeres.
(5) World Health Organization. (2020). Global strategy to accelerate the elimination of cervical cancer as a public health problem. Geneva: World Health Organization.
(6) Adcock, R., Cuzick, J., Hunt, W. C., McDonald, R. M., Wheeler, C. M., & New Mexico HPV Pap Registry Steering Committee. (2019). Role of HPV genotype, multiple infections, and viral load on the risk of high-grade cervical neoplasia. Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention, 28(11), 1816–1824.



