Las estimaciones actuales indican que cada año en México se diagnostican al menos 9,400 mujeres con cáncer cervicouterino (CaCu) y más de 4,300 mueren a causa de esta enfermedad (1).
El CaCu representa un problema de salud pública ocupando el segundo lugar como el cáncer más frecuente entre las mujeres en México y el tercer lugar entre las mujeres de 15 a 44 años. Alrededor del 90% de estos casos y decesos se registraron en países de ingresos bajos e intermedios. Sin embargo, las tasas de incidencia y mortalidad siguen siendo significativas en países desarrollados comparados con los países en vías de desarrollo (incidencia: 18.8 vs. 11.3 por cada 100,000 habitantes; mortalidad: 12.4 vs. 5.2 por 100,00 habitantes) (2).
En 2021, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) detectó 1,155 nuevos casos y registró 1,059 defunciones, además, la cobertura de tamizaje de primera vez en mujeres de 25 a 64 años en 2020 fue solo del 10.9% (3).
Estudios indican que el índice de pobreza influye significativamente en la mortalidad por CaCu, con una variación de más del 52%. Globalmente, las tasas de incidencia y mortalidad han disminuido en las últimas décadas gracias a mejoras socioeconómicas, la reducción del riesgo de infección persistente por Virus del Papiloma Humano (VPH) y actividades de detección temprana (4). Sin embargo, en México, la cobertura de tamizaje ha sido muy heterogénea, alcanzando aproximadamente solo el 24%, con menores porcentajes en áreas rurales. Además, el monitoreo de las estrategias de tamizaje para CaCu y seguimiento de pacientes en México muestran hasta un 50% de pérdida de pacientes en las fases de seguimiento. Adicionalmente, en zonas de baja cobertura, el riesgo de mortalidad ha mostrado ser hasta tres veces mayor (5).
En escenarios donde el tamizaje tradicional no es viable, la autotoma representa una alternativa efectiva. Este método permite analizar las muestras con una concordancia y precisión diagnóstica comparable a las obtenidas por personal médico, con una sensibilidad del 80-96.5% y una especificidad del 78.9-90%. Además, la evidencia económica respalda que la autotoma puede ser costo-efectiva en comparación con las tomas de muestras convencionales para pruebas de ADN y citología, permitiendo alcanzar mayores niveles de cobertura (5).
Importancia del Diagnóstico Temprano
El Virus del Papiloma Humano (VPH) es responsable del 99.8% de las lesiones detectables en el cérvix, las cuales pueden desarrollarse durante varios años antes de evolucionar a cáncer. Por esta razón, la detección oportuna de estas lesiones es fundamental para implementar intervenciones preventivas que eviten su progresión hacia un cáncer invasivo, mejorando las tasas de supervivencia y reduciendo la morbilidad asociada al CaCu.
Aunque las guías internacionales recomiendan el uso de pruebas de ADN para la detección primaria del VPH, en México el mayor número de pruebas de tamizaje se realiza con técnicas como la citología, que en comparación con metodologías de detección molecular exhibe valores de sensibilidad y especificidad inferiores. Ahora bien, en México el panorama actual apunta a una transición gradual hacia la priorización de la detección de VPH como método primario, dada su mayor sensibilidad y efectividad en la identificación de mujeres en riesgo para el CaCu. Esta evolución contempla no solo las implicaciones organizacionales, sino también la costo-efectividad asociada con el reemplazo progresivo de la citología, lo que se espera optimice los recursos para un impacto más significativo en el contexto de la prevención (7).
Directrices Actualizadas para la Detección Primaria de VPH, OMS 2021
- Inicio del tamizaje: A partir de los 30 años.
- Periodicidad: Cada 5 o 10 años.
Estudios económicos han planteado que bajo un escenario con una cobertura del 70%, las estrategias de tamizaje primario han demostrado ser altamente efectivas y costo-efectivas, logrando reducir las tasas de mortalidad estandarizadas por edad en un 63-67% cuando se realizan cada 5 años (5).
La prevención y detección temprana del cáncer cervicouterino son clave para disminuir su impacto en la salud pública, especialmente en regiones con acceso limitado a servicios médicos. La adopción de métodos como la autotoma y las pruebas de ADN puede transformar el panorama de esta enfermedad, salvando vidas y mejorando la calidad de vida de miles de mujeres (6).
En Seegene combinamos innovación científica y compromiso social para fortalecer la prevención del cáncer cervicouterino. Nuestras soluciones de diagnóstico molecular no solo ofrecen precisión a través de la genotipificación individual de VPH, sino que también permiten estrategias de tamizaje más efectivas y adaptadas a las realidades locales, promoviendo un impacto positivo y duradero en la salud de las mujeres.
(1) HPV Centre, 2023; (2) INEGI, 2022; (3) IMSS, 2021; (4) Saldaña, 2021; (5) CENETEC, 2023; (6) CENETEC, 2023; (7) NOM-039-SSA-2014.